Uso más los lápices para dibujar que para escribir desde que tengo uso de razón. El dibujo es mi medio natural para comunicar lo que hay dentro de mí y no se puede describir con palabras. A pesar de que me resistí mucho tiempo a vivir de lo que me apasiona (inserta aquí todos los tópicos sobre los artistas y gente creativa), no he podido escapar de lo que siempre fui. Llámalo dibujista, ilustradora o garabateadora, llámalo X. Llámalo como quieras, pero es lo que soy y es la profesión por la que quiero luchar.
Komorebi es el pseudónimo tras el que me escondo, como buena tímida ilustradora que soy. Tras él doy vida a mis niñas raras con problemas, mis pequeñas protagonistas.
Komorebi es luz y es oscuridad a la vez. Es un mundo interior que alberga criaturas amables que proyectan largas sombras sobre el suelo. Dos caras opuestas de una misma moneda. Komorebi habita en todos nosotros, aunque no queramos verlo.