Destellos de la Unidad de Carlos Becerra

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Para mí esta exposición es una acción de gracias a la vida por todos los regalos que he tenido la oportunidad de vivir. Por el proceso de renacimiento vital en el que me siento inmerso. Honrando los momentos de dolor y de alegría por igual. Pues gracias a ellos soy quien soy. Por ir amándome cada día más y desde esa experiencia amar a los demás… Una fiesta personal que tengo la suerte de compartir con todos los que contemplen y participen en la exposición.

CARLOS BECERRA CARTEL JEPG

Esta muestra es la culminación de un ciclo personal de cambios personales y un signo de los tiempos heróicos que el mundo está viviendo. No por lo que está expuesto en sí. Sino por la inspiración de dónde nacen estas obras. Este es mi sentir. Mi verdad y desde ella y con humildad lo comparto. Sólo es eso.

Todas las obras giran entorno a una figura central. «El Instructor del Mundo». El políptico central de esta exposición está dedicado a esta figura. Que para mí es un signo de agradecimiento al «Gran Amigo de la Humanidad» .

El Instructor del Mundo es el título que le dan algunas escuelas exotéricas al que podríamos llamar el hermano mayor de la humanidad. Un Ser que es conocido bajo diferentes nombres según la fuente que utilicemos ( El Mahdi para los musulmanes. El Kalki Avatar para los hindues. Al-Khir el Verde para los sufies, Bábaji…) El maestro de maestros de la fraternidad de almas santas que desde el principio de la humanidad sostiene, inspira y protege la expansión de la consciencia en este planeta. Permeando todos los reinos dónde se expresa la Vida y guiando desde el silencio el lento caminar del ser humano hasta su plenitud. El sencillo y a la vez difícil camino de simplemente Ser.

Un Ser que en esta exposición desciende como principio femenino tiñiendo todas las obras.

La exteriorización de esta fraternidad y de su líder es un hecho que todas las tradiciones espirituales esperan. Para mí y desde mis experiencias internas es una realidad y esta muestra es una deuda que tenía a todo este conocimiento que es vida en mí.

En las diferentes obras que conforman la muestra podréis ver diferentes destellos de la unidad que todos conformamos. Retablos internos de mi alma en dónde se expresan motivos de esta verdad profunda que da sentido a mi vida.

La certeza de que no tenemos que tener miedo. De que vivimos un tiempo precioso de renacimiento personal y colectivo. De que nunca estamos sólos. De que nuestros ojos verán si despertamos el corazón la belleza, la gran luz y la calidez de la vida. Reconociendo con gratitud nuestra sombra y nuestra luz… Un hermoso tiempo teñido por los gritos del parto de nuestra Gran Mama. La Tierra.

Ella. La Madre. Como he comentado anteriormente es la fuente de dónde parten todas las obras. Es el rostro de Dios que siento en mi corazón. Como dirían en la India es mi Ishta Devata. Mi objeto de devoción.

La tradición espiritual de la India tiene un gran peso en mi forma de entender la vida y comprender otras tradiciones espirituales como la nuestra. La cristiana. En estas obras también de forma más precisa o sutil se podrá sentir su presencia. La instalación que acompaña al políptico central está basada en los altares hindues en dónde las paducas (sandalias) del maestro/a son objeto de adoración como signo del punto a través del cual la divinidad revelada se manifiesta en el mundo físico. En esta muestra he colocado las paducas del Instructor del Mundo como las zapatillas de una chica. Él se expresa como principio femenino en esta exposición. Esta idea proviene de un sueño que tuve hace años haciendo el Camino de Santiago Portugués. En ese sueño yo contemplaba un icono conformado por un Crucificado y a sus pies la Virgen y San Juan. De repente mi vista se fijaba en la Virgen desapareciendo el resto de las imágenes y  apareciendo ante mí un nuevo cuadro dónde se intuía una representación muy luminosa y blanquecina de María.

Este cuadro de repente empezaba a moverse en la pared dónde estaba colgado y yo dentro del sueño me quedaba sobrecogido. En ese instante desaparecía toda la escena y me veía hablando con una querida amiga mía de Sevilla a la cual le comentaba todo lo ocurrido y ella me indicaba que era una señal de la protección que tenía de la Madre.

Después volvía a cambiar la escena y me veía contemplando nuevamente el cuadro desde el ángulo izquierdo. De lado. A cierta distancia. De repente ante mi asombro un hombre de cabellos oscuros que le cahían por los hombros vestido con una túnica blanca emergía del cuadro y pegando un salto corría hasta mí ahora transformado en una joven de unos dieciseis años de pelo oscuro y corto y vestida también de blanco. Yo dentro del sueño estaba impresionado por lo que estaba viviendo.

Esta joven y yo nos sentábamos en el suelo con más gente alrededor. A ella la sentía muy segura y algo pícara-juguetona . Como si controlara todo lo que sucedía. Yo seguía asombrado y perplejo dentro del sueño. Ella con cierto humor me decía que se había enterado que un joven pintor había realizado unos cuadros para la iglesia de San José Obrero de Sevilla (eso es cierto. Pinté obras para esa iglesia) y que buscando y buscando había dado al final con él. Es decir conmigo.

Luego mirándome fijamente me dijo: «Yo soy el Señor de todos los universos y estoy locamente enamorada de ti». Esta frase ha tenido un eco profundo en mí durante años.

En ese momento yo dentro del sueño reflexionando para mí me pregunto: ¿Será Bábaji?

Luego me doy cuenta que hay más personas sentadas delante de mí en el suelo como mirando un punto central dónde había una gran luz dorada. Como si estuvieramos en un acto o algo así. Percivo que delante de mí hay dos chicas que cuchichean con cierta sorna sobre mí y me doy cuenta que piensan que estoy hablando sólo. Es decir. Ellas no ven a esta joven. Yo con gran fuerza y con valor les respondo: Nunca habéis visto a un loco hablar en voz alta…

De golpe cambia la imagen y observo que esta joven me enseña un libro en dónde veo la fotografía de un indio de norteamérica. En concreto una foto de un libro que tengo del gran fotógrafo Edwar Curtis. Cuando contemplo la foto tomo consciencia que detrás mía y pegado a mí hay un hindú con barba. Vestido con unos pantalones bombachos rojos y una chaqueta blanca que le llega a las rodillas al estilo hindú y con su turbante. Este personaje tiene sus palmas de las manos completamente pegadas a las palmas de mis manos. Cuando soy consciente de todo ello despierto.

Pues al igual que en el sueño con la instalación que acompaña al cuadro central yo invito al «Instructor del Mundo» a descender. A que Bábaji (título de reverencia en hindú que significa «papaito») pegue un salto y nos acompañe como «La Madre». Como esa joven de dieciséis años que es el motor de todas las obras expuestas y que en el cuadro «Tara. La Madre del Mundo» es honrada con especial mimo.

Para mí esta exposición es una acción de gracias a la vida por todos los regalos que he tenido la oportunidad de vivir. Por el proceso de renacimiento vital en el que me siento inmerso. Honrando los momentos de dolor y de alegría por igual. Pues gracias a ellos soy quien soy. Por ir amándome cada día más y desde esa experiencia amar a los demás… Una fiesta personal que tengo la suerte de compartir con todos los que contemplen y participen en la exposición.

Carlos Becerra.

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